Capítulo Once: En el que Scorpius y Albus intentan llegar a un entendimiento

Myrtle la Llorona tenía una gran debilidad por Albus Potter, principalmente debido a lo parecido que era el adolescente a su padre Harry. Si quien estaba a punto de ser golpeado en su baño hubiera sido cualquier otro chico, Myrtle no solo no habría intervenido sino que se habría puesto a mirar la pelea para divertirse, pero como el fantasma no deseaba ver el bello rostro de Albus deformado por los golpes, impidió que Scorpius lo atacase. Albus se sintió un poco agradecido con ella, no porque tuviese miedo de los golpes de Scor -que él sospechaba que no serían demasiado potentes o dolorosos-, sino porque una agresión física habría arruinado definitivamente su naciente relación. Por eso, decidió recompensar a Myrtle quedándose media hora en su baño platicando con ella, tras lo cual fue a ver a su prima Rose.

Lo cierto es que una parte de Albus se arrepintió de haber llamado cobarde a Scor prácticamente en el momento en que se lo dijo. No obstante, otra parte de Al quería que le diesen la razón, y fue por ello que quiso discutir con Rosie sobre el tema. Agradeciendo que para acceder a la Torre de Ravenclaw no fuese necesario dar una contraseña como en las otras tres Casas sino ser lo bastante inteligente para responder la pregunta del águila, Al entró a la sala común y, tal como esperaba, halló a su prima escribiendo una redacción que probablemente le hubiesen encargado el día anterior y que terminaría antes de que se pusiese el sol.

-Bien, Al, si quieres que sea sincera contigo -dijo Rose cuando él terminó de contarle su historia-, creo que los dos estuvieron muy mal. Él te planteó el tema de su matrimonio con Cecilia de una manera demasiado insensible, pero tú lo insultaste muy gravemente. Ambos deberían disculparse.

-Él empezó -dijo Albus, y enseguida se dio cuenta de lo infantil que sonaba.

-Albus, ya eres bastante mayor como para usar ese argumento. Escucha, sé que tú eres algo orgulloso, pero te aseguro que Scorpius Malfoy te supera en ese terreno en una proporción de diez a uno. Él no te pedirá perdón si tú no lo haces primero. Así que haz de tripas corazón y ve a hablar con él. Ahora -dijo en un tono mandón y autoritario que le recordó a Albus al de su madre Hermione. Malhumorado pero comprendiendo que su prima tenía razón, el chico salió de la sala común y marchó hacia la suya.

***

La suerte pareció sonreírle a Albus, ya que encontró a Scorpius sentado frente al lago, en el mismo lugar en el que unos meses atrás habían decidido que Al necesitaba un novio. Como siempre que lo veía, tuvo una sensación de excitación y miedo que le hizo hormiguear el estómago, pero la superó y se sentó al lado del muchacho, frente a las aguas. Albus optó por ir al grano, algo que le sucedía cada vez más a menudo en aquellos días.

-Scor, quiero que me perdones por lo que te dije hace un rato. Creo que nunca te he dicho algo tan duro… ni a ti ni a nadie.

Scorpius giró la cabeza para mirarlo. Al esperaba ver satisfacción y altanería en sus ojos grises veteados de azul, pero en lugar de ello encontró una gran tristeza.

-No hace falta que te disculpes: soy un cobarde, como tú bien dijiste.

-No, no creo que lo seas, Scor.

-Pero yo sí -dijo Scorpius con firmeza-. He estado pensando mucho y he llegado a la conclusión de que tú no estás completamente equivocado. No debería tenerle tanto miedo a mi padre, pero no puedo evitarlo.

-Scor…

-Déjame terminar. Esto para ti quizá sea difícil de comprender, porque has crecido en un hogar en el que tus padres no esperaban nada de ti… es decir -añadió, intentando expresarse con más corrección-, no te exigían nada imposible. Tu padre y tu madre te quieren y te lo hacen saber continuamente. Mi padre, en cambio, me hace saber continuamente que debo estar a su altura. Me ha inculcado desde niño que fui concebido con una misión: ser el Malfoy perfecto. O sea, ser miembro de la Casa de Slytherin, casarme con una bruja de sangre pura, tener un hijo de sangre pura, heredar la fortuna y las propiedades de la familia y administrarlas en forma eficiente, e intentar adquirir poder político sobre el mundo mágico, ya sea de jure como de facto. Y otras cosas menos significativas, como hablar el francés tan fluidamente como el inglés -para no olvidar que los Malfoy somos oriundos de Francia y que tenemos, en cierto sentido, un pie en cada lado del Canal de la Mancha-, conocer de memoria todas las constelaciones, estrellas, lunas y planetas -para mantener la tracición de los Black de ponerles a los hijos nombres relacionados con la astronomía-, etcétera. Y en todas las ocasiones en que yo era incapaz de hacer esas cosas que se esperaban de mí, él me hacía sentir como una mierda. Y probablemente en todas las ocasiones en que a él le pasaba lo mismo, su padre le hacía lo mismo. Si yo hubiera sido como Sirius Black, el padrino de tu padre, supongo que me habría rebelado contra él, pero yo no soy como Black. Lo mismo que todos los demás Malfoy, yo he hecho todo lo posible para amoldarme a las exigencias de mi padre.

«Y ahora apareces tú, y me pides que haga algo que me ganará no el desdén, sino directamente el odio de ese padre que yo he tratado de complacer toda mi vida, desde que era niño. ¿Te das cuenta de lo difícil que es para mí, Al? Abandonar a Cecilia Zabini por ti significa tirar por la borda años y años de esfuerzos de mi parte para lograr que mi padre me respete.

-No, significa tirar por la borda años y años de abusos de su parte para lograr que tú te doblegues a su voluntad, Scor.

-Albus, sé que odias el hecho de que me case con Cecilia por motivos puramente prácticos, pero así funcionan las cosas en mi familia. Intenta consolarte con el hecho de que podremos estar juntos… con algunos límites, pero juntos al fin y al cabo.

Albus estaba por enfurecerse, pero luego recordó lo ocurrido poco antes en el baño de Myrtle y decidió que lo mejor era conservar la sensatez.

-Quiero que me respondas algo con sinceridad, Scor.

-¿Qué cosa?

-¿Serías feliz con Cecilia Zabini?

-¿Qué clase de pregunta es esa?

-Es la pregunta más importante de todas, la que definirá lo que hagamos o no a partir de ahora.

-¿Y qué quieres que te responda? ¿Que no, que seré completamente infeliz? ¿Que no puedo estar un instante tranquilo sin ti a mi lado? ¿Que la idea de hacer el amor con ella o con cualquier otra persona me atrae cada vez menos desde que estuvimos juntos? ¿Que ya siento compasión por el hijo que tendré con ella, por el hecho de nacer y crecer en un matrimonio sin amor?

El tono de Scorpius se había vuelto cada vez más rápido a medida que hablaba, y Al llegó a la conclusión de que no había planeado decir muchas de las cosas que había dicho.

-Scorpius, podemos ser felices tú y yo -dijo suavemente mientras estiraba su mano y la posaba encima de la de Scor-. No necesitas a tu padre. De eso es de lo que quiero convencerte.

Scorpius cerró los ojos, y a Albus le pareció que los mantenía así durante horas. El chico estaba claramente reflexionando. Finalmente, volvió a abrirlos.

-Escucha, Al: ¿podríamos seguir con esta charla más tarde? Estoy cansadísimo y necesito un tiempo para asimilar todo lo que nos ocurrió. ¿De acuerdo?

-Bien -contestó Albus-. Hablaremos en otro momento. Pero no creas que voy a posponerlo por siempre.